A nivel fisiológico, el caballo, como agente terapéutico, pone a nuestro servicio tres características específicas que forman la base para la utilización de la equitación como terapia:
1) Transmisión de su calor corporal: El calor corporal del caballo es de 38ºC, pudiendo
subir hasta 38.8ºC durante el movimiento. La transmisión del calor corporal del
caballo al cuerpo del jinete se puede
aprovechar para estimular la sensopercepción táctil y para distensar y relajar
musculatura y ligamentos (aductores, músculos del muslo y glúteos), lo que
provoca una liberación del cinturón pélvico, y hace que se adquiera mayor
flexibilidad y elasticidad, mejorando la recuperación de una posición vertical
correcta.
El calor corporal del caballo transmitido por medio de
incontables estímulos sensoriales táctiles promueve la estimulación sensorial
para una adecuada sensopercepción. El mayor flujo sanguíneo estimula el sistema
circulatorio, lo que beneficia en general la función fisiológica de los órganos
internos (por ejemplo, estimula la peristalsis de los intestinos).
2) Transmisión de impulsos rítmicos: El caballo transmite por medio del movimiento de su
lomo, impulsos rítmicos al cinturón pélvico, a la columna vertebral y a los
miembros inferiores del jinete (al caminar al paso transmite entre 90 a 110
impulsos por minuto).
El movimiento del caballo fuerza al cinturón pélvico
del jinete a adaptarse al movimiento basculante, provocando reacciones de
equilibrio y enderezamiento del tronco, lo que supone un excelente
entrenamiento de la coordinación psicomotriz y estabilización dinámica del
tronco y la cabeza.
Aumenta la plasticidad cerebral, a través de los
impulsos fisiológicos emitidos desde el tejido muscular y óseo, es posible
activar y poner a disposición nuevas áreas neuronales, en los que se programan
nuevos patrones de locomoción para compensar áreas neuronales dañadas.
Los efectos benéficos colaterales de la transmisión de
impulsos rítmicos son los efectos funcionales sobre la peristalsis (el
movimiento pélvico corrige las irregularidades de la digestión causadas por la
falta de locomoción) y sobre el sistema respiratorio (la posición erecta del
tronco libera el diafragma, haciendo la respiración más profunda y se
regularizada en el ritmo, convirtiéndose la equinoterapia en un poderoso
auxiliar en disfunciones respiratorias, así como en cualquier disfunción motora
de origen neurológico, traumático o degenerativo.
3) Transmisión de un patrón de locomoción equivalente al
patrón fisiológico de la marcha humana:
El patrón de marcha del caballo es muy parecido al del
ser humano. Esto adquiere suma importancia para personas con disfunciones de la
locomoción, por carecer de estabilización y coordinación del tronco – cabeza.
Montar a caballo nos permite obtener un patrón fisiológico de la marcha en
forma sentada, sin requerir el uso de las piernas.
El cerebro humano no sólo registra movimientos
aislados, sino toda una gama de patrones motores. Esto se graba en el
cerebro y con el tiempo se automatiza,
lo que posibilita su transferencia a la marcha pedestre.
María Álvarez Gil - Psicóloga Colegiada Nº O-02349
MARGIL Psicología
Web: www.margilpsicologia.es
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