Mobbing: Claves para reconocerlo y frenarlo

Según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo realizada por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, el 11% de los trabajadores que participaron en el cuestionario declararon haber sufrido alguna situación violenta en el ámbito laboral, incluyendo agresiones verbales, aislamiento social, rumores y amenazas. Casi el 23% afirmó que estas conductas se producían "a menudo".



Aunque el término mobbing puede parecer relativamente reciente, fue acuñado en los años 80 por el doctor en Psiquiatría y Psicología Pedagógica Heinz Leyann, que lo definió como "una situación en la que una persona ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente (al menos una vez por semana) y durante un tiempo prolongado (con un mínimo de 6 meses) sobre otra persona en el lugar de trabajo". También conocido como hostigamiento psicológico laboral o psicoterror, el mobbing persigue la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima, dañar su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que acabe abandonando el lugar de trabajo.

Se producen muchas situaciones estresantes a diario en el trabajo. Las discusiones con superiores y compañeros por malentendidos, carencia de información, falta de coordinación o, simplemente, diferencias de opinión son frecuentes en todos los puestos y sectores de actividad. Además, en los últimos años, y directamente relacionados con la coyuntura económica, los indicadores relativos a las exigencias derivadas de factores psicosociales del trabajo han empeorado notablemente. Así ocurre  con el nivel de atención exigida en la tarea, con la percepción de tener mucho trabajo y sentirse agobiado, con el hecho de tener que trabajar muy rápido o deber atender varias tareas al mismo tiempo.

                     El mobbing o acoso laboral provoca graves consecuencias para la víctima a nivel orgánico, psicológico, profesional, social y familiar.


El acoso laboral se relaciona con dos circunstancias fundamentales: la organización del trabajo y la gestión de los conflictos por parte de los superiores. En el primer caso, los desencadenantes del mobbing pueden ser una mala organización, la falta de interés de los superiores, una carga de trabajo elevada o mal distribuida, la existencia de flujos pobres de información, la aparición de líderes espontáneos no oficiales y los conflictos de rol, entre otros. En segundo lugar, el desinterés del responsable de la organización a la hora de mediar en un conflicto o, por el contrario, su participación activa con el fin de estigmatizar a la persona hostigada, son circunstancias que determinan la aparición e intensidad del acoso laboral.

Pero ¿cómo saber si realmente una relación negativa en el trabajo ha pasado de ser un conflicto laboral aislado a convertirse en mobbing?. La realidad es que muchas víctimas consideren normales y propios de la vida profesional ciertos comportamientos hostigadores (actitudes, acciones u omisiones) que vierten sobre ellos jefes o compañeros, cuando en realidad están siendo víctimas de acoso laboral.

Cuando Leymann estableció la definición de mobbing, recogió un inventario de 45 comportamientos hostigadores divididos en cinco tipos de conductas que, repetidos en el tiempo, provocaban graves consecuencias sobre el individuo. Éstas se resumían en limitar la comunicación, entorpecer el contacto social, desprestigiar a la persona ante sus compañeros, desacreditar su capacidad profesional y laboral y comprometer su salud y seguridad.

No es extraño que el acoso laboral surja de manera súbita, como una modificación repentina en una relación que hasta el momento era normal o positiva, y coincidiendo con un cambio tecnológico, organizativo o político que afecta al funcionamiento interno de la empresa. Por eso, en ocasiones, a la víctima le resulta difícil comprender las razones de esta nueva situación. Por otra parte, a la hora de plantear su problema, la persona acosada puede encontrar incomprensión por parte de su entorno más cercano ya que, en ocasiones, los sentimientos que provoca el acoso laboral se atribuyen a factores derivados de la práctica profesional, como la exigencia de niveles de productividad por encima de la capacidad personal, la repetición de tareas y el estrés.



Las consecuencias del mobbing son muy graves. El aislamiento, la conflictividad y la falta de comunicación que el acosado vive en su puesto de trabajo provocan problemas a distintos niveles. Es habitual que la persona sufra problemas psicológicos y alteraciones de conducta como baja autoestima, falta de confianza, depresión, ansiedad y desmotivación, que afectan negativamente a su vida social y familiar. En el ámbito profesional, el mobbing provoca disminución del rendimiento, problemas de comunicación, absentismo e incremento de la accidentalidad, derivado de la falta de concentración que suele acompañar a estas situaciones.

El apoyo social, familiar y psicológico es clave en los casos de acoso laboral, por lo que resulta fundamental buscar apoyo cuanto antes, para evitar que el mobbing acabe condicionando la calidad de vida de la víctima.

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MARGIL Psicología
 María Álvarez Gil - Psicóloga Colegiada Nº O-02349

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